Estanislao Sans Hortoneda, presbítero

El siervo de Dios Estanislao Sans Hortoneda, hijo de los esposos Francisco y María, nació en Maspujols (Tarragona) el día 8 de junio de 1887 y lo bautizaron después  de dos días. Fue ordenado presbítero el día 21 de septiembre de 1912.

El Mn. Estanislao era de un carácter muy abierto y de una caridad extraordinaria hacia los necesitados, de modo que no tenía nada suyo: lo daba todo a los pobres.

Ejerció el ministerio en la Torre de Fontaubella y Poboleda. La revuelta del 36 le sorprendió ejerciendo el ministerio en Clarà (Tarragonès). El comité de Torredembarra le ofreció de llevarlo donde quisiera ir, con la condición de que no llevara ningún objeto religioso que pudiera comprometerlo. Él no aceptó esta condición y se marchó a escondidas a su casa, en Maspujols.

Por la mañana, cada día menos los días de fiesta, iba de casa, como si fuera un pobre, con un saco en el cuello, donde llevaba el breviario y comida. Otras veces iba escondido en el carro de su sobrino y que le ayudaba en las faenas agrícolas. Un día, al volver del campo, sintió unos disparos y más allá encontró a unos que los habían asesinado sólo para llevar objetos religiosos, pero él decía a menudo: «No me quiero quitar de encima el breviario, el escapulario, ni el rosario. Si me matan, alabado sea Dios. Mis últimas palabras serán: «¡Viva Cristo Rey!»»

Un domingo por la tarde, el 23 de agosto del 36, después de haber rezado el rosario y otras devociones particulares, se presentaron en su casa cuatro hombres armados y empezaron a decir: «Según nos han informado, aquí hay un cura escondido.» El Mn. Estanislao les contestó: «Aquí no hay ninguna cura escondido», remarcando esta última palabra. Dos o tres veces se repitió la pregunta y la respuesta fue la misma. Al final ellos dijeron: «Nos han dicho que aquí hay escondido el cura Estanislao Sans.» El cura les contestó: «De cura escondido no hay ninguno. En cambio, el cura Estanislao Sans es ante vosotros, sin ningún interés de esconder su estado.» Ellos replicaron: «¡Pues, síguenos!» Él les preguntó: «¿A dónde?» Ellos: « ¡Camina!» Él: «Al menos dejadme vestir un poco.» Ellos: «¡Que camines!» Y con malas palabras fue sacado de su casa, y sólo se pudo despedirse de sus familiares con la mano desde lejos. Le pasearon por el pueblo como un malhechor con dos milicianos delante y otros dos detrás. Como era día festivo, mucha gente lo vio pasar, no osaban a decir nada por miedo. Sólo respondían con lágrimas la despedida que les hacía con la mano. Llegaron al lugar donde tenían el coche, insistiendo él para saber dónde lo llevaban. Lo hicieron subir con empujones y lo llevaron hacia Reus, Riudoms y Montbrió, donde fue asesinado con unos disparos en la cabeza. Se supone que fue enterrado en Reus.

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