Pablo Virgili Monfa, presbítero

El Siervo de Dios Pablo Virgilio Monfà nació en Valls (Alt Camp) el día 8 de agosto de 1869, fue bautizado en la Parroquia de San Antonio al cabo de dos días y fue ordenado presbítero el día 27 de mayo de 1893 . Fue ecónomo de la Masó. Al estallar la revuelta de 1936 era ecónomo del Pla de Santa Maria (entonces Pla de Cabra) (Alt Camp). Era muy piadoso y amante de la liturgia. Además se desvivía para conservar y mejorar el templo parroquial. En diferentes ocasiones había dicho: «Con mucho gusto daría la vida para salvar la fe de España.» El día 22 de julio, al ver que el comité revolucionario ahuyentaba las monjas del convento, comenzó a sacar objetos de la parroquia , pero el comité se opuso, asegurándole que no tenía que pasar nada. A pesar de las buenas promesas, tuvo que ver con mucho disgusto cómo destruían los objetos de culto y los altares de la parroquia.

El día 23 el Sr. Salvador Pàmies se llevó el señor rector, Mn. Paz, y el beneficiado de la parroquia, Mn. Juan Gibert, a su casa, pero el Mn. Pablo se volvió a su domicilio, mientras el pueblo iba creciendo el odio contra los presbíteros, amenazando incluso aquellas personas que trataban.

El día 24 se le presentaron tres del comité, armados. Él les rogó para ir a la iglesia a salvar el Santísimo. Ellos se burlaron y hasta uno le dijo que todo aquello sólo era un negocio. Uno, sin embargo, proclamó en voz alta: «¡Yo sí creo, señor rector!» A pesar de todo, no se le permitió ir a salvar el Santísimo.

El resto de días el Mn. Pablo permaneció en casa del Sr. Jaime Rovira, edificando con sus prácticas religiosas y con su conformidad a la voluntad de Dios.

El día 5 de agosto, a la una del mediodía, el Mn. Pablo estaba en casa del Sr. Jaime Ferrer y se retiró a su habitación. Hacia las cinco de la tarde unos cuatro o cinco revolucionarios, con una miliciana, fueron a preguntar por Pablo Virgilio. Tres subieron en la habitación donde estaba y después de estar encerrados una media hora con él lo bajaron detenido. Mientras tomaba un poco de sopa se presentaron tres milicianos, los cuales llevaban, detenido también, al Mn. Juan Gibert. Mn. Paz y al Mn. Juan, se saludaron y ambos siguieron a los milicianos sin oponer la más pequeña resistencia y con silencio.

Les hicieron subir en un coche diciendo que los llevaban al barco prisión. Mientras, al despedirse el Mn. Paz de la familia que lo había acogido, se le caían las lágrimas. El coche fue en dirección a Montblanc, y entre el puente de la Fusta y la vía del tren fueron asesinados ambos. Primero, el Mn. Juan Gibert. Antes, el Mn. Pablo Virgilio se le abrazo al cuello y le dijo: «¡Que vuestra sangre sea semilla de cristianos!» Acto seguido fue abatido a disparos de bala. El Mn. Pablo sobrevivió unas horas, con mucho sufrimiento, mientras oraba fervorosamente.

Sus restos primero fueron enterradas en el cementerio de Montblanc (Tarragona). Luego, al ser inhumados, las sepultaron en un panteón en el Pla de Santa Maria.

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