Juan Tomas Gibert, presbítero

El Siervo de Dios Juan Tomás y Gibert, hijo de los esposos Juan y Luisa, nació en Valls (capital del Alt Camp) el día 18 de noviembre de 1902. Fue bautizado al cabo de cinco días, el 23, en la parroquia del Carmen.

Cursó estudios eclesiásticos en el Seminario de Tarragona y fue ordenado presbítero el día 19 de diciembre de 1925. Fue vicario de Torroja (Priorat), de Vimbodí (Tarragona), etc. Su campo preferido de apostolado eran los niños y los jóvenes. Celebraba con especial devoción la misa.

Cuando le sorprendió la revuelta de 1936 era ecónomo del Vilosell (Garrigues). No quiso irse de la parroquia hasta unos días después de haber estallado la revuelta porque primero quería bautizar a un niño. Mientras bautizaba, los revoltosos en la plaza ya estaban deliberando cómo quemarían la iglesia. Inmediatamente terminado el bautizo, se marchó de la parroquia todavía con sotana. Cuando ya había caminado un buen rato, se acordó de que había dejado el Santísimo. Entonces tomó la decisión, haciendo ofrenda de su vida a Dios, de devolver para sumirlo para que no fuera profanado. Después de haberlo realizado a duros trabajos, huyó a escondidas, pero al cabo de un rato fue descubierto por unos revolucionarios, los cuales se contentaron sólo de hacerle quitar la sotana. Entonces se pudo esconder en la era de Nicasi. Después de dos días de estar escondido allí huyó hacia la sierra de la Llena, donde pasó dos días más.

Después de muchas peripecias y de dormir debajo de un pino o simplemente al raso, pudo llegar a Riudoms. De Riudoms se trasladó a Reus y Valls. Aquí se refugió en casa de un hermano, donde permaneció del 27 de julio al 19 de agosto.

Durante estos días el Comité Revolucionario publicó una orden para que se presentaran todos los presbíteros y religiosos escondidos para darles instrucciones y así poderse salvar. El Mn. Juan acudió junto con otros presbíteros y todos fueron encerrados en la casa de las Hermanitas de los Pobres, hasta el día 21, cuando el Comité, viéndose impotente de evitar una matanza de todos los presbíteros allí reunidos, les dijo que se fueran y se escondieran donde se creyeran más seguros. El Mn. Tomás se escondió sólo durante unos días en casa de unos parientes. Desde allí fue a buscar la documentación para ir a Barcelona y de ahí poder pasar a Francia. En diferentes ocasiones había dicho que no negaría nunca que era presbítero.

El día 30 de agosto fue detenido por un control en Salardú (Vall d´Aran), y al ser interrogado si era cura, él contestó decididamente que sí, que lo era, y que como tal sólo había procurado hacer bien a la humanidad. Quedo detenido, y en un hostal que había allí le hicieron comer, al mismo tiempo que era objeto de todo tipo de burlas. Le decían que tenía pocas horas de vida, incluso en tono burlesco, le cantaron un responsorio. Él no perdió en ningún momento la serenidad que reflejaba su paz interior con una tenue sonrisa, si bien, ante la muerte que preveía, temblaba visiblemente.

Fue encerrado unas horas en la iglesia, de donde lo sacaron hacia el cementerio que hay al lado. El Siervo de Dios caminaba sin oponer resistencia y con toda naturalidad, mientras subía la escalera le dispararon unos tiros por la espalda y cayó muerto allí mismo. Unas personas de buenos sentimientos lo enterraron allí, en el cementerio de Salardú.

 

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