Antonio Prenafeta Soler, presbítero

El siervo de Dios Antonio Prenafeta Soler, hijo de los esposos Antonio y María, nació en El Vilosell (Garrigues) el 7 de abril de 1874 y fue bautizado al día siguiente.

Fue ordenado presbítero el 22 de septiembre de 1900. De un gran espíritu sacerdotal, era muy devoto de san Francisco de Asís y de la Virgen de Montserrat.

Al estallar la revuelta de 1936 era rector de la parroquia de San Francisco de Tarragona y profesor del Seminario. El 22 de julio se fue a refugiar a casa de Ramón Magarolas (Rambla Vella, 55, 2 º).

El día 25 de ese mismo mes de julio hubo un registro en la casa y dijeron que él era un tío de la señora, sin que él se enterara. Una vez enterado, al día siguiente, día 26, de madrugada, cuando iba al Ayuntamiento a presentarse, por el camino se encontró con un vecino revolucionario, el cual le aconsejó que no se presentara, que ya la irían a buscar. Lo cumplió al pie de la letra. Así, de vuelta a su casa, su amigo Magarolas, consciente del fin que le esperaba, reunió la familia ante un cuadro de la Virgen del Claustro y, arrodillados todos con los brazos en cruz, rezaron la oración «Oh Virgen y Madre de Dios …», y cuando llegaron a las palabras «Madre ahí tienes a tu hijo…» cambió el texto y continuó diciendo: «Madre aquí tenéis vuestros hijos, y os pido que si algún mal debe venir sobre esta familia que tan generosamente ha acogido este indigno presbítero, haz que caiga sobre mis hombros. Os ofrezco, Señora, mi parroquia, y obtener finalmente la gracia que, si no he sabido ser un buen presbítero, ser un buen mártir. En ti, Madre mía dulcísima, he puesto mi confianza.» Aquí, llenos de una fuerte emoción, estallaron todos en un gran llanto, sin poder terminar la oración.

En estos momentos llamaron a la puerta. Eran los revolucionarios que pedían por el cura de San Francisco, a los que contestó: «¡Soy yo!» Detenido, lo condujeron, primero al Comité y luego al barco prisión Cabo Cullera.

Durante su estancia en el barco llevó una vida ejemplar rezando continuamente, especialmente el rosario, y exhortando a sus compañeros a la devoción y confianza en la Virgen, y en todo tiempo dio muestras de conformidad a la voluntad de Dios.

El día 25 de agosto fue martirizado, junto con otros presbíteros, religiosos y seglares, detrás del cementerio de Valls, como se ha dicho al hablar de el Mn. José M. Panadés.

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