Rafael Martí y Figueras, presbítero

El siervo de Dios Rafael Martín y Figueras, hijo de los esposos Rafael y Dolores, nació en Tarragona el 4 de diciembre de 1878, y al cabo de 4 días, el día 8, fue bautizado en la Parroquia de la Santísima Trinidad. Fue ordenado presbítero el 22 de febrero de 1902.

Era regente de Cabra (Alt Camp) y también había ejercido el ministerio en la Selva del CamMn. Aunque no era demasiado frecuentada la iglesia él hacía los actos religiosos y la predicación con el mismo entusiasmo que si estuviera llena de feligreses. Y cuando le decían que se podría ahorrar tanto esfuerzo, contestaba: «Sólo cumplo con mi deber.» Todas las tardes hacía el viacrucis, al que se unían alguna persona.

Visitaba con frecuencia los enfermos, y aunque en alguna casa le rehusaran, volvía. Se mortificaba mucho. Sobresalía por la modestia, hasta el punto que lo calificaban de exagerado. Pasaba muchas horas delante del Santísimo. Todos lo tenían por un santo. Nunca se quejó de sus superiores ni de nadie.

El día de la visita pastoral del Sr. Arzobispo le tiraron un petardo a las puertas de la abadía debido a su actitud enérgica de no querer acceder a los arbitrarios deseos de una persona que no quería que visitara las escuelas ni los enfermos. Cuando las autoridades detuvieron a los culpables, el Siervo de Dios los perdonó y consiguió su libertad.

Al estallar la revuelta de 1936, el Comité le ordenó salir del pueblo, y le dijo que lo acompañaría donde hiciera falta. El Mn. Rafael escogió Tarragona, calle de Augusto 9, casa de la familia Batet, donde lo acompañaron hasta la puerta. Retornaron satisfechos de haber contribuido a la salvación de su rector.

Parece que algún vecino de la escalera lo delató y lo fueron a detener unos revoltosos, que se lo llevaron y lo asesinaron a finales de julio. El día 30, al hacer la autopsia presentaba diferentes heridas de arma de fuego. Se le pudo identificar por las iniciales RM de la ropa, y los escapularios y cordón de San Francisco que llevaba.

Esta entrada fue publicada en Causa de Tarragona. Guarda el enlace permanente.