José Roselló Sans, presbítero

Nació en Montblanc el 24 de septiembre de 1883. De niño, muy piadoso, ya participaba con ilusión en los actos parroquiales. A los trece años entró en el Seminario de Tarragona y fue ordenado presbítero el 19 de septiembre de 1908.

Fue siempre beneficiado de Montblanc. Sus actividades principales fueron la predicación, el confesionario y la oración ante el Santísimo. Se distinguía por su sencillez, humildad y piedad. Era un gran devoto de la Virgen de la Sierra. Es el autor de los gozos de San Matías, patrón de Montblanc.

El 22 de julio del 36, cuando el plebeyo y el vicario ya estaban en la cárcel de Montblanc, el Mn. Roselló por la mañana temprano fue a decir la misa en el colegio de las Hnas. Carmelitas de la Caridad. Antes su hermano le avisó de la imprudencia que hacía con peligro de su vida. Él, sin embargo, contestó: «No sé qué me hará la gente, sin embargo, pase lo que pase, lo único que pueden hacerme es hacer mi cuerpo en pedazos, pero el alma no. Además, mi misión sacerdotal me obliga.»

De hecho, por el camino fue insultado y amenazado. A pesar de todo, él fue a decir la misa. A las religiosas les hizo una fervorosa y emocionante plática y al final les dijo: «¡Seguiremos mártires!» Al atardecer, cuando un grupo de gente intentaba ocupar la iglesia de Santa María, él bajó a la plaza para calmar los ánimos. Allí mismo, a las puertas de Santa María, fue detenido y llevado a la cárcel.

Al cabo de unos días en la cárcel ingreso el obispo auxiliar Dr. Borràs, y, al ver que llevaba un vestido que no le sentaba nada bien, le obligó a cambiarlo por el suyo, que era nuevo. Durante su estancia en prisión fue un ejemplo para los otros presos con sus palabras, piedad y vida sacerdotal.

El día 22 de agosto fue llevado a Tarragona junto con el plebano, Mn. Dalmacio Llebaria, y el Mn. Juan Farriol, y a unos dos kilómetros de Tarragona, en dirección a Barcelona, ​​fueron asesinados los tres por el solo hecho de ser presbíteros. Fue enterrado en el cementerio de Tarragona, en la fosa común, con dos compañeros de martirio. Su familia guarda un pedazo de su camisa y corbata manchada de la sangre del mártir.

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