Dalmacio Llebaria Torné, presbítero

El Mn. Dalmacio Llebaria nació el 5 de octubre de 1877 en Falset. Estudió en el Seminario de Tarragona. Después de haber ido a la Guerra de Cuba, fue ordenado presbítero el día 20 de octubre de 1902. Ejerció su ministerio sacerdotal en las parroquias de Ulldemolins, Siurana, L´Aleixar, Alforja, Belltall, Solivella, Sant Martí de Maldà, y finalmente se convirtió plebano de Montblanc.

El Mn. Dalmacio era muy humilde y caritativo; un carácter muy afable y abierto con todos. Fue un presbítero de un gran celo apostólico, especialmente manifestado en su piedad y predicación. Fue un gran promotor de los Ejercicios espirituales parroquiales a los que envió muchos hombres y jóvenes de las parroquias donde ejerció el ministerio. Él mismo tomaba parte en los Ejercicios y dirigia algunas tandas. También fue muy entusiasta del movimiento fejocista y con la colaboración de sus vicarios lo introdujo en Sant Martí de Maldà y Montblanc. El grupo de fejocistas fue el primero del obispado.

Cuando sólo llevaba nueve meses en Montblanc, estalló la revuelta de 1936. Cuando en la madrugada del 21 de julio se intentó hacer fuego a las puertas de la iglesia de Santa María, él y el vicario, Mn. José Colom, desde dentro, lo pudieron apagar con el agua bendita de las pilas. Aquella mañana, por última vez, pudo celebrar la misa con las puertas de la iglesia cerradas. Después, retiró el Santísimo y los ornamentos sagrados de mayor valor. A media tarde, con su vicario, se refugió en la casa de una familia de la Parroquia. A la hora de la cena fue detenido y llevado a declarar en la Casa de la Villa. Puesto en libertad, hacia media noche fue detenido nuevamente y llevado a la prisión de Montblanc. Estando en la cárcel se preocupó muchísimo del cardenal Dr. Vidal y Barraquer, y del obispo auxiliar, Dr. Borràs, mientras ambos estuvieron internados allí. Animaba a todos, rezaba el rosario con los otros presos y los confesaba. Así lo hizo con su vicario, el Mn. Colón, cuando lo fueron a buscar para asesinarlo.

A finales de julio, entando en la prisión junto con el Mn. José Roselló, les hicieron ir a abrir las puertas del Archivo que se encontraba sobre la sacristía. Cuando vieron el estado desolador del interior de la iglesia de Santa María, se afectó muchísimo.

El día 22 de agosto, después de haber pasado todo un mes en prisión, junto con el Mn. Juan Farriol y el Mn. José Roselló, los llevaron hacia Tarragona. Decían que, para mayor seguridad, los llevaban a uno de los barcos-prisión. Al despedirse, el Mn. Dalmacio dijo a los otros compañeros de prisión: «¡Ánimo, y hasta el cielo!» Durante el viaje manifestaron la convicción de que iban al martirio y mantuvieron en todo momento la plena conformidad con la voluntad de Dios. El Mn. Dalmacio dijo al chofer, muy amigo suyo: «Si no nos matan os lo agradeceré toda la vida, y si nos matan os protegeré de una manera especial desde el cielo.»

El coche que los llevó a Tarragona retornó a Montblanc, mientras los tres presbíteros montblanquinos eran conducidos a unos dos kilómetros hacia la carretera de Barcelona, ​​y, en el lugar conocido como la Cruz del Zorro, fueron asesinados sólo por hecho de ser presbíteros. El Mn. Dalmacio Llebaria, al final, podía ver cómo se realizaba la segunda de las gracias que tanto había pedido de joven al Señor. La primera había sido poder ser presbítero, y la segunda, que algunas veces había manifestado a sus feligreses, pudo ser mártir de Cristo. Fueron fusilados por la espalda, tal como se dedujo de la autopsia practicada en el cementerio de Tarragona, donde fueron enterrados en la fosa común.

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