Sebastián Tarragó Cabré, presbítero

El siervo de Dios Sebastián Tarragó y su ama de llaves Ramona Abelló, son llamados «Mártires de la pureza». El Mn. Sebastián Tarragó Carré, hijo de los esposos José y Magdalena, había nacido en Vinaixa (Garrigues) el 21 de julio de 1879. Le bautizaron al día siguiente y fue ordenado presbítero el día 19 de septiembre de 1903.

Al estallar la revuelta del 36 era rector de Bellmunt (Priorat). Se había distinguido por su piedad y humildad, muy bondadoso y prudente en el trato. Además, era muy caritativo con los pobres y enemigo acérrimo de toda crítica, hasta el punto de que siempre intentaba de encontrar motivos para excusar sus feligreses. Tenía a su servicio Raimunda Abellí, de 60 años, natural de la Figuera. Muy piadosa y pudorosa. Era casi ciega, y si veía algo era gracias a las gafas.

El día 22 de julio de 1936, iniciada la persecución religiosa, sumió el Santísimo bajo la mirada de los milicianos. Como se ha dicho al principio, tanto el padre Sebastián como su ama de llaves se pueden considerar mártires de la castidad. Les propusieron casarse si es que se querían salvar de la muerte. El Mn. Sebastián ante esta proposición contestó indignado: «¡Esto, de ninguna manera. Hasta ahora he vivido como buen presbítero y como tal quiero morir! »

El día 1 de agosto el comité revolucionario de Bellmunt pidió un servicio de taxi en Falset, y el dueño envió a Emilio Rull Pedret, amigo del Mn. Sebastián. Al taxista le dijeron que debía acompañar al Mn. Sebastián a Vinaixa, su pueblo natal. A la Sra. Ramona le preguntaron dónde quería que la llevaran, y contestó que también en Vinaixa para poder cuidar al cura.

Salieron hacia las 10 de la mañana hacia Falset, acompañados por dos milicianos. Aquí, después de una hora de espera, continuaron el viaje hacia la Vilella Alta y Poboleda. Por el camino se cruzaron con otro coche, cuyos ocupantes los obligaron a volver a Poboleda, donde fueron a buscar voluntarios para matar al Mn. Sebastián. En un barranco, a medio camino entre Poboleda y Escaladei, término de Torroja, después de haber concedido quince minutos para rezar a el Mn. Sebastián y a su ama de llaves, los desnudaron y los maltrataron con burlas groseras y sarcásticas, y no habiendo conseguido que faltaran a sus deberes más sagrados, después de haberlos rociado con gasolina los encendieron vivos y remataron con disparos de bala y perdigones.

Sus restos fueron enterrados en el mismo lugar del martirio, y más tarde trasladados al cementerio de Vinaixa.

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