José Garriga Ferrer, presbítero

El siervo de Dios José Garriga Ferrer, hijo de los esposos Juan y Paula, nació el 30 de octubre de 1876 en Altafulla (Tarragonès). El día 13 era bautizado en la iglesia parroquial. Desde niño se distinguió por su piedad. Fue ordenado presbítero el día 17 de septiembre de 1899.

Ejerció su ministerio como vicario de la Parroquia de la Purísima Sangre de Reus, ecónomo de la de San Juan de Tarragona y ecónomo de la de San Pedro de Cambrils Puerto. Al estallar la revuelta del 36 era ecónomo de la Parroquia de Montbrió del CamMn. El día 21 de julio se refugió en su caserío, cerca de Reus. El día 23 fue a casa de una hermana suya en Reus y, al cruzarse con el rector de Cambrils, el siervo de Dios Mn. Isidre Fàbregas, se despidió de él con estas palabras: «¡Adiós, si no nos vemos más, hasta el cielo!»

Al día siguiente, advertido por su sobrino del grave peligro, se trasladó a su casa, en Riudoms. Al cabo de cinco minutos se presentaron allí unos milicianos que se lo llevaron al Comité de Reus. Entre los milicianos había un antiguo monaguillo suyo, de cuando era vicario de la parroquia de la Sangre de Reus, al que entregó el dinero que llevaba. El joven, agradecido, le prometió ayudarle en todo lo que de él dependiera. Aquí se encontró con su hermana religiosa y con otra religiosa. El Comité les hizo una autorización escrita para poder habitar en dicha masia de Riudoms. Al día siguiente, 25 de julio, fiesta del apóstol Santiago, al atardecer, cuando acababa de hacer oración con su hermana y la otra religiosa, escucharon un disparo, y al salir a la azotea vieron que la masia que estaba rodeada de milicianos, los cuales les hicieron abrir la puerta. Entre ellos había uno que le debía muchos favores y al verlo les dijo: «¡Es éste!» Las primeras palabras que le dijeron fueron éstas: «Nos has hecho cansar, pero ahora nos las pagarás todas.» El les dijo: «Si venís a matarme, ya lo puede hacer aquí mismo.» Le dieron un empujón y le empezaron a desgarrar la ropa. Se lo llevaron en medio de gritos y blasfemias hasta el Santuario de Misericordia de Reus, y allí, delante de la puerta, lo asesinaron a tiros. Sus restos fueron, primero, quemaduras, y luego, inhumados en el nicho familiar de Reus.

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