José Colom Alsina, presbítero

El siervo de Dios José Colón Alsina nació en Súria (Barcelona) el 12 de agosto de 1906, donde fue bautizado. De pequeño fue a vivir con sus padres en Casserres (Berguedà).

Hizo los estudios en el Seminario de Solsona y se licenció en teología en la Pontificia Universidad de Tarragona. Incardinado en este arzobispado, se ordenó presbítero el 20 de diciembre de 1931. Fue vicario de Alforja (Tarragona), donde dejó muy buen recuerdo.

Al estallar la revuelta en 1936 era vicario de Montblanc (Tarragona). Aquí, aún no hacía un año que era estaba ya había realizado una gran labor apostólica, especialmente entre los jóvenes, a través de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña, que fundó conjuntamente con el plebano, Mn. Dalmau Llebaria.

La noche del 20 al 21 de julio, cuando ya habían sido destruidas las capillas de los barrios de la villa, encendieron las puertas de la iglesia parroquial de Santa María después de haberlas rociado con gasolina. Desde dentro, al mismo tiempo que el vicario y el plebano tocaban la campana para pedir auxilio, con el agua bendita de las pilas conseguían apagar el fuego. Así evitaron que penetrara hacia el interior y destruyera el órgano barroco. Con referencia al hecho, el Mn. Josep Colom, después, cuando ya estaba en la cárcel, escribió la célebre poesía, inacabada, «El templo llameante». Los sirvientes de Dios Mn. Dalmacio Llebaria y el Mn. José Colom retiraron el Santísimo y otras cosas de valor, y, con las puertas cerradas, celebraron por última vez la misa. Al atardecer se refugiaron ambos en la casa Tauler.

Antes de medianoche el Mn. José Colón fue detenido en la casa Mas, donde había ido tras la detención del Mn. Dalmacio Llebaria. En la cárcel de Montblanc se reencontraron ambos. El día 22 ingresaba también en prisión el Mn. José Roselló, el 23, el cardenal Vidal y Barraquer, y el 24, el obispo auxiliar Dr. Borràs. Aquí en la cárcel el Mn. José Colón fue el encargado de servir al Obispo auxiliar. Rezaba mucho y animaba a los demás prisioneros seglares a sufrir las penas del cautiverio, haciéndoles un gran bien espiritual.

El día 4 de agosto, a primera hora de la mañana, fueron a la cárcel unos patrulleros para llevarse tres elementos del somatén. El Mn. José Colom parece que, de acuerdo con el Comité de Montblanc, se ofreció en lugar del cabo del somatén de Montblanc. Antes de salir de la celda, el Mn. Colón y el Màrius, cabo del somatén de la comarca, se confesaron con el Mn. Dalmacio Llebaria. También dio el breviario a Sebastián Álamo temblando diciéndole: «Toma, guárdalo y que no te encuentren.» Dentro del breviario había la poesía, inacabada, sobre el incendio de las puertas de Santa María, y otro papel con estas palabras: «Estoy muy contento de que se cumpla en mí la voluntad divina, y, por ello, acepto lo que Dios NS quiera incluso la muerte del modo y tiempo que El quiera. Estad contentos. ¡En el cielo!» Hay dos testigos -uno de ellos, Joan Martorell, que era prisionero en la misma celda, y María Trèmol, que lo había oído contar varias veces a su padre Sebastián (a quien el Mn. Colom dio el breviario) – que aseguran que el Mn. Colón se entregó voluntariamente en lugar del cabo del somatén de Montblanc, porque éste era padre de familia, y, además, su esposa esperaba un hijo. Según los testigos, que me lo han explicado a mí personalmente, el Mn. Colom dijo: «A mí no me importa dar la vida, y en cambio el Sr. Foraster tiene los hijos y la familia. »

El Mn. Colón se despidió de los otros presos diciendo: «Adiós a todos», y salió con el cabo comarcal. En el patio interior de la cárcel se encontraron con el cabo de Solivella, los cuales fueron bien atados con cuerdas, y los hicieron subir al coche que los esperaba frente a la cárcel. Conducidos hasta Vallmoll (Tarragona), en la carretera de la Masó, y el lugar conocido por masía del Burdel, ante un margen, a unos diez metros de la carretera, fueron asesinados (ahora aquí hay una pequeña cruz conmemorativa). Enterrados primero en el cementerio de Vallmoll, después de la Guerra, en 1939, los restos del Mn. Colón fueron trasladados al cementerio de Montblanc.

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