Pablo Bertran Mercadé, presbítero

El siervo de Dios Mn. Pau Bertran Mercadé, hijo de los esposos Andrés y María, nació en Creixell (Tarragonés) el día 21 de enero de 1875. Fue ordenado presbítero por el arzobispo Tomás Costa y Fornaguera en septiembre de 1899.

Cuando era ecónomo de Passanant se distinguió por una gran devoción a la patrona del pueblo, la Virgen de Passanant. Era muy madrugador y trabajador. Decía a menudo: «Los brazos abiertos significan Paz.»

También había sido rector-arcipreste de Sant Martí de Maldà.

Era rector de la Selva del Camp cuando estalló la revuelta del 36. De momento estuvo escondido en diferentes casas de la parroquia, edificando los feligreses con su gran conformidad a la voluntad de Dios. Para liberarlo de quienes lo buscaban para matarlo, dos buenos vecinos, con su coche, lo llevaron hasta su pueblo natal, Creixell, donde pudieron llegar por una providencia especial. Se ocultó en casa de su hermano, José, junto con el rector de Creixell,  el Mn. Francisco Vives Antich. Aquí pasaban horas y horas rezando.

El día 6 de agosto, cuando pasaba por la carretera el «coche fantasma», sus ocupantes preguntaron a un vecino de Creixell si allí ya habían muerto todos los curas. Al decir que el alcalde todavía tenía dos de escondidos, los acompañó hasta casa Bertran. Iban unos dieciséis patrulleros y con horribles blasfemias y graves insultos exigieron que salieran los dos presbíteros. Ante aquel alboroto se presentó el Mn. Pau Bertran Mercadé frotándose pacíficamente las manos, y dijo: «¿Que quieren algo estos señores?» Sin decir palabra lo cogieron, pero el Mn. Pablo aún les preguntó: «Bueno, ¿y por qué me quieren matar?» Le respondieron: «Porque eres cura». «Si es así, bien.» A continuación se presentó el Mn. Francisco Vives Antich, y en medio de insultos y blasfemias los llevaron a la plaza y los hicieron subir a un camión. Mientras se iban, el Mn. Francisco saludaba a sus feligreses y les decía: «¡Adiós, adiós!» Llegados a Torredembarra, ante la fábrica de los Refractarios Llovet, los hicieron bajar y los mataron a tiros por el solo hecho de ser presbíteros.

Antes, los dos presbíteros se habían dado mutuamente la absolución.

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