Manuel Borràs Ferré, obispo auxiliar de Tarragona

El siervo de Dios Manuel Borrás Ferré nace en la Canonja el 9 de septiembre de 1880 y es bautizado a los tres días. Fue ordenado presbítero el 19 de septiembre de 1903 y consagrado obispo auxiliar del Sr. Cardenal Vidal y Barraquer en la Catedral de Tarragona el 2 de julio de 1934.

Al poco tiempo de su ordenación sacerdotal fue nombrado notario de la Curia eclesiástica y del Tribunal Metropolitano, el 1910, confesor del Seminario, el 1914, al ser nombrado Vidal y Barraquer obispo de Solsona, fue nombrado como primer secretario y canciller, y luego, vicario general. En Tarragona fundó la Adoración Diurna, solemnizó la fiesta del Corpus y los cultos de la Catedral, en general.

Su conducta fue: de niño, piadoso; de adolescente, ejemplar; de seminarista, modelo, de presbítero, celosísimo, y de obispo, santo. Era edificante por su piedad, especialmente cuando celebraba la santa misa. De carácter sencillo y humilde, y con una sonrisa de paz en la cara, devoto del Cristo crucificado y de la Virgen, cada día visitaba la capilla de la Virgen del Claustro. Era prudente y bondadoso y seguro en sus consejos, de excelente dote de gobierno, caritativo con los presbíteros necesitados, de un gran espíritu de sacrificio, y nunca se acobardaba ante el trabajo; valiente a la hora de afrontar las dificultades y las persecuciones.

Apoyó con mucho entusiasmo al Sr. Cardenal a la hora de establecer la Obra de Ejercicios Parroquiales. Muy amigo de los jóvenes, en una concentración les decía: «Debemos estar dispuestos a sacrificar la vida por Cristo y la Iglesia».

Al estallar la revuelta del 36, y en ofrecerse protección al Sr. Cardenal ya él, la rechazó y dijo que sólo confiaba en el Señor y que él ya dispondría de sus vidas como le pareciera mejor. También, al preguntarle si quería un vestido de seglar, contestó con gran serenidad: «Ni siquiera lo pensaba. Si nos quieren matar que sepan que matan el Sr. Cardenal y su Obispo Auxiliar.»

Cuando, el 23 de julio del 36, fue detenido el Sr. Cardenal en Poblet, y el obispo Borràs se ofreció para acompañarlo a Poblet, el Sr. Cardenal le rogó que se quedara, ya que no lo llamaban a el, y que hiciera lo que pudiera por los fieles y por la diócesis.

Antes del mediodía del día 24, el siervo de Dios Manuel Borrás, procedente de Poblet, donde había sido detenido, fue conducido a la prisión de Montblanc.

Aquí permaneció dos días incomunicado. El Sr. Cardenal que estava también desde el día antes no se pudo comunicar con él, aunque lo solicito con insistencia.

El Sr. Obispo cuando le fue posible, animaba, fortalecia y edifiacava con los otros presos, a los presbíteros de Montblanc y también a los laicos.

Rezaba el oficio divino con los presbíteros, y el rosario, además, con los seglares, y les hacía lecturas espirituales. Vivía una vida de una gran fe y se conformaba a la voluntad de Dios. Disculpaba sus verdugos y solía decir: «Pobrecitos, están ciegos, no saben lo que hacen; bendito sea Dios; ¡ganamos el cielo!»

Hacia las dos de la tarde del día 12 de agosto lo fueron a buscar para llevárselo hacia el martirio. Se mantuvo sereno y en su bondad habitual. Se despidió de los otros presos, los cuales formaron un semicírculo en el patio de la prisión. Los bendijo a todos y les dijo: «Adiós, hasta el cielo.» El Siervo de Dios, con aire de santo y sonriente, salió hacia la calle. Allí le hicieron subir a lo alto de una camioneta y lo hicieron sentarse encima de un saco de paja. En la carretera se juntaron más asesinos y lo condujeron hasta unos dos kilómetros antes de llegar a Lille. Aquí le hicieron bajar y, a la vez que la invitaban a caminar hacia adelante, le dispararon las armas de fuego, mientras caía en actitud de bendecir. Su cuerpo fue puesto encima de un haz de sarmientos y, tras rociarlo con gasolina, prendieron fuego. Más tarde, unos montblanquinos que pasaban por allí pudieron ver cómo ardía el cadáver del Sr. Obispo. Los restos del Siervo de Dios no han podido ser localizadas hasta este momento.

 

La causa de beatificación y declaración de martirio de los mártires del Arzobispado de Tarragona de la revuelta de los años 1936-39 está encabezada por el siervo de Dios Manuel Borrás Ferré. Mientras esperamos su beatificación, que todavía puede tardar unos tres años, invocamoslos y hacemos que sean conocidos y queridos.

 

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