Ejerció su ministerio como regente del Catllar y ecónomo de Forès. En 1905 fue nombrado ecónomo de la Parroquia de la Espluga Calba.
Era muy humilde, a pesar de su gran talento. Por la noche pasaba muchas horas haciendo oración ante el Santísimo.
Al estallar la revuelta del 36 se refugió en la casa Pons, donde vivía una vida piadosa y edificante. Había dado la orden de que si preguntaban por él no negaran su condición sacerdotal y que estaba dispuesto a entregarse. Aquí se iba enterando de la marcha de la revuelta y estaba seguro de que llegaría el día de su martirio.
El día 12 de agosto un grupo de milicianos fue a la casa mencionada preguntando por el señor rector, a la vez que prometían respetar su vida si les daban cierta cantidad de dinero.
Volvieron allí a la una de la noche. La Sra. Rosa Farré le dijo: «¡Señor rector, lo llevan hacia martirio!» Él contestó: «¡Adiós. En el cielo nos veremos! ¡Sagrado Corazón de Jesús en vos confío!»
Al llegar al cruce de la carretera de L´Espluga Calba con la de Tarragona a Lleida, fueron en dirección hacia Vinaixa, y allí cerca le hicieron bajar del coche, lo maltrataron y lo mataron después de haberlo hecho sufrir horriblemente. En medio de los gritos de dolor decía su jaculatoria preferida: «Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío!» Unos vecinos de las Borges que pasaban la noche en la era escucharon los gritos. Se sabe que le dispararon muchos tiros en las piernas, que le amputaron los miembros y que tras rociarlo con gasolina, aunque muy bien no se sabe si vivo o muerto, le incendiarón. Al día siguiente fue sepultado en el cementerio de Les Borges Blanques (Garrigues).